28.2.07

Despropósitos sociales.

Hoy por hoy, queda claro que a más de uno le gustaría restablecer valores que, inherentes a cierta corriente ideológica, marcaban unas pautas sociales extremadamente conservadoras.
De todas formas, hay quien acepta democráticamente la voluntad de la mayoría (pese a ser reacios a la misma; cosas de la democracia), así como otros dispuestos a montar un numerito a la mínima de cambio.
Si al hecho de ser un “conservador de los buenos” y un showman patético le sumas ser un “salvador de la patria y de las libertades, de la decencia y la moral”(de sus conceptos de patria, libertad, decencia y de moral), y le añades las palabras “gay” u “homosexual” varias veces repetidas en las proclamas con las que se extiende por el mundo el mensaje de un grupo “tan noble”, caerás en la cuenta de que el colectivo del que se habla se corresponde precisamente con el que el día 27 de febrero llevó a cabo en Madrid una manifestación contra los matrimonios gay y la adopción por parte de los mismos en la plaza Neptuno de Madrid.
3 comentarios al respecto:

El primero, acerca de las “magníficas” pancartas de las que hicieron gala. De verdad, no tienen desperdicio: rezaban cosas tales como “menos talante y más democracia” (¿?), “ZP, no soy un experimento: soy un niño”, o “esto nunca será un matrimonio” (refiriéndose a una pareja de homosexuales). Desde luego, hay que ser muy cínico para hablar de falta de democracia cuando uno se refiere a una ley que, habiéndose aprobado donde corresponde con una amplia mayoría, gozando de un gran respaldo popular. Pero hablar de falta de democracia… Eso es el colmo: por democracia no debe entenderse la voluntad de unos pocos; faltaría más. La democracia no se corresponde con la imposición del criterio de una minoría casposa a un pueblo. Por suerte, eso ya no es así. No sólo son demagogos; además son marionetas encantadas de ser movidas.

El segundo, sobre los matrimonios homosexuales. Se ha comentado tanto al respecto que me parece suficiente hacer una pequeña reflexión: parece que todo el mundo tiene muy claro sus derechos (repito: SUS DERECHOS). Cuando hablamos de obligaciones, la cosa cambia. Es curioso como hay gente que entiende que determinado sector de la población (en este caso, el colectivo gay) no debe disponer de los mismos derechos que ellos mismos (en el caso que nos ocupa, entienden que no deben poder casarse); sin embargo, no hacen comentario alguno a la hora de recortarles, al tiempo, obligaciones. No es un comentario gratuito: los derechos, después de todo, son la otra cara de la moneda de las obligaciones; ambas caras se dan sentido la una a la otra y se complementan. Desposeer a un colectivo porque sí de derechos, no sólo supone una desigualdad, sino que, además, causa que esos mismos derechos que si que mantienen los demás dejen de verse como derechos: pasan a ser PRIVILEGIOS. Ahora las cosas cuadran: eso sí es algo que le guste al movimiento casposo y ultra conservador.

Y, por último, un tercer comentario en cuanto a la adopción por parte de homosexuales; más bien un par de preguntas:
¿ De qué hablamos, del derecho a adoptar o del derecho a ser adoptado?
¿ Puede alguien estimar negativo el hecho de permitirle a un niño convivir con una familia (sean o no los que jugarían el rol de padre o madre del mismo sexo) y no caérsele la cara de vergüenza por mantenerlo en un orfanato?
Un apunte: es curioso que una persona soltera y sin pareja pueda adoptar (magnífico) y no una pareja por su condición sexual.
Alejandro Serrano S.

3 comentarios:

Rafa dijo...

hola alex
en realidad solo te escribía para darte las gracias por ser como eres. eres un tío grande. te aprecio un montón.
un abrazo

Anónimo dijo...

slurp

Carme Sànchez Martín dijo...

Acabo de dejarte un meme en mi blog. Míratelo, porfa!!!!